lunes, 6 de julio de 2015

Algunas Etapas De La Infancia

Infancia y niñez en los escenarios de la posmodernidad 



 La infancia, definida por el Nuevo Diccionario Enciclopédico Ilustrado, constituye “la edad del niño desde su nacimiento hasta los siete años”, pero también el “primer estado de una cosa”, definición que sugiere el comienzo de un ciclo. Por su parte, la palabra niñez, entendida como el período de la vida comprendido entre el nacimiento y la adolescencia, fue trasmitida de generación en generación y se fusionó en el imaginario social a la idea de pureza, ingenuidad e inocencia. Valores éstos que fueron tiñendo el sentimiento de los adultos y cristalizó a la niñez en esa imagen (Giberti, 1997), invisibilizando los atropellos cometidos hacia los niños.

 SURGIMIENTO DEL “SENTIMIENTO DE LA INFANCIA” Si bien en la actualidad el término niñez resulta casi emblemático, la actual manera de concebir al niño no existió desde siempre (Giberti, 1997). Es Philipe Aries (1960), historiador europeo, quien aporta uno de los estudios históricos más importantes, aunque también controvertido por haberse ceñido en su estudio a una limitada parte de la sociedad francesa carente de representatividad proveniente de hogares instruidos (Tucker, 1980), sobre el tema. En gran medida la infancia, tal como se la concibe en la actualidad, es algo inventado en los últimos trescientos años (Aries, 1960). Antes, apenas podía distinguirse un adulto de un niño. El “sentimiento de la infancia” que surgió en el siglo XVIII e influyó en el actual sentimiento de la infancia, constituye el emergente de una profunda transformación de las creencias y de las estructuras mentales (Aries, 1992). Surgimiento que coincide con las prácticas sociales capitalistas y los modelos hegemónicos de la burguesía y las élites europeas y que se hace extensivo a las clases populares un siglo más tarde (Shorter, 1977). También, ligado a la aparición de la familia moderna, reducida a los padres e hijos, la cual surgió progresivamente desde las ciudades del siglo XV, sostenida por una particular concepción del mundo, del tiempo y de las cuestiones cotidianas. Entre los siglos XV y XVIII se transitaría, según Aries (1960; 1987), desde un sentimiento medieval de la infancia hasta un sentimiento actual y plantea que la sociedad medieval no percibió la diferencia entre el mundo de los niños y el de los adultos y, por ello, los niños eran considerados como adultos pequeños o adultos en potencia (Tucker, 1980).



 LA INFANCIA EN LA EDAD MEDIA:  A lo largo de la Edad Media dominó en Europa Occidental una conciencia naturalista de la vida y del paso del tiempo. Cada uno de los miembros del grupo familiar dependía de los demás, y cumplir con la función de procrear era una responsabilidad en tanto era el vínculo entre el pasado y el futuro (Aries y Duby, 1992). Tanto la vida como la muerte eran momentos naturales y esperables: “se salía de la tierra por la concepción y se volvía a ella por la muerte” (Aries y Duby, 1992, p. 311). De las costumbres de la época, se trasluce entonces, una estructura circular de un ciclo vital y la idea de una gran familia de vivos y muertos. En este inmenso colectivo, el individuo sólo disponía de su cuerpo en la medida en que no contraría a los intereses de la familia. La prioridad se dirigía al destino colectivo del linaje. Dentro de ello, el niño era concebido como un vástago del tronco comunitario, y en tanto tal pertenecía a sus padres tanto como al linaje. En este sentido, era “un niño público” (Aries y Duby, 1992, p. 313). Desde su nacimiento, los ámbitos público y privado se hallaban entrelazados. Venía al mundo en un lugar privado pero con la ayuda de parientes y vecinas. Sus primeros pasos y el rito del bautismo eran también momentos fundantes en la socialización del niño. La primera infancia era la época de los aprendizajes de la casa, del pueblo, del juego, de las relaciones con los otros niños, a través de los cuales se intelectualizaban las reglas de 1 de 5 PSICOCENT: Equipo Interdisciplinario en Psicología Comunitaria pertenencia a una comunidad y las cosas de la vida cotidiana (Aries y Duby, 1992). Ya a los siete u ocho años los varones, acompañaban a su padre al trabajo en el campo, y las niñas se quedaban con su madre y otras mujeres, aprendiendo el lugar y el rol de la mujer. Existía poca intimidad, poco espacio para lo “privado” y lo “íntimo”, pero se fomentaba y se acrecentaba en cambio, la sensación de pertenencia a una gran familia.




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